Ceremonia de una mujer prohibida | Poesía de Cecilia Castillo

 

Rebeca Guay 

Ceremonia de una mujer prohibida.


El campanario de las voces llueve,

me resguarda en el vientre de su hora.


Doce fueron las campanadas firmes

que han de besar el temple de mi espalda.


Nací bajo la sombra de un estigma

con dualidad, belleza entre los dedos

distinta a la fragancia de otros huesos

con la palabra urgente entre mis curvas.


Mis años mozos fueron misioneros

para cantar verdades y oraciones

que después de una noche y sus legiones

me vistieron pagana en sus inicios.


Por eso y más, por caminar a solas

por despertar hervores de otros mitos

me flagelaron con sus inclemencias

las criaturas más bardas de la especie.


Por mis talones y sus elegancias,

por el ruido que renace conmigo

y enamorar demonios en la muerte

fui sentenciada en todos los abismos.


Por cabalgar con la piel en faena

hasta beber el garbo y sus raíces

me fusilaron ánimas en pena

sin encontrar culpa en mis cicatrices.


Desde esa noche encarnada en el alma

pose mis pies,

mi boca en la silueta del mismo verbo que cruje conmigo

inalcanzable a los restos humanos

y en el manglar de mi sangre, su aroma

volví a nacer

recostada en la luna

con un puñal,

una hoguera y su historia

que embarcaron sutil en mi memoria

y hoy llevo en mi columna vertebral.


El Juicio


Por mis pechos que amamantan las horas

poseídos del fruto del verano

entre su gravedad y su sigilo

para besar la piel que los entienda.


Por estas manos, cuerpos de gaviota

habitación donde duerme el respiro

que saben tejer siempre en sus memorias

el rostro de todos los elegidos.


Por estas piernas donde el sol despierta

y el mar danza en totales remolinos

con libertad de todo el universo para tocar el centro de la vida.


Por este nombre oculto entre los versos

como instinto desnudo que florece

que a diario es abanico que amanece

en los rincones del amor escriba.


Con esta diferencia entre normales

con esta religión que sin medida

llevo por ley ser siempre himno, esencia,

argumento que no sabe de dudas.


Por no encajar,

por mis perversidades

por esta sed

por el sol en mis venas

por negarme a morir en sus cadenas

con este grito infinito en mi boca.


Por ser la piel que no cualquiera toca

y amar las almas que nacen conmigo,

sabiendo que una parte de otras pieles

seguro crucificarán mi sombra

si antes no me nombraron con infamia

por no corresponder a sus injurias.


Por ser mujer amante de las letras

me declaro culpable fugitiva

tejedora de errantes melodías

por lo demás, si sabe, usted dirá.


La mano de Caín


Torpe la mano reza en el bolsillo

roza la saciedad de los engendros

mientras resbala en nupcias fugitivas

debajo de la carne en madrugada.


Ensancha su ropaje entre los huecos

hasta quemar la voz de las fisuras

donde su palma es carne que germina

y alumbra los secretos del silencio.


Toca, desolla y labra su linaje

como cañón en púrpura silueta

donde jadea hasta anclar su memoria

como sigilo en ascuas que enmudece

la presa, el pabellón de mustia ofrenda.


Deja su filamento en todas horas

surce y vigila el sexo que frecuenta

como constelaciones que desprende

hasta que su torpeza lo cuestione

hasta que por sus dedos sangre y duela

porque la mano es otra

es fiel espectro

que no reza, no erosiona en blancura

solo desplaza

destroza y explota

como el candil de un espesor que vuelve

con la rabia de la noche y resuelve

nombrar un rastro de saliva y sal.


Cecilia Castillo (Santa Tecla, 11 de junio 1984, El Salvador)

Poeta y gestora cultural, graduada como Licenciada en Letras por la Universidad de El Salvador. Ha publicado siete libros con poesía de carácter erotico y participado en proyectos educativos de publicaciones de textos infantiles como la libreta Lluvia de estrellas y Crecer leyendo del Ministerio de Educación de El Salvador.

Obra publicada: Voz tinta, Gestración, Aleteo, El beso en la sombra, Vaginas del mar, Cuerpo de mujer, El sombrero, la muerte y su valija y recientemente Agua en el Evangelio.

Ha participado en antologías nacionales e internacionales. Actualmente labora en el Ministerio de Cultura como delegada en la Biblioteca Nacional Francisco Gavidia con proyectos de gestión, promoción y difusión cultural, sobre todo de literatura salvadoreña.

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