kathe kollwitz the widow II
vestido de novia
Su mamá le había heredado aquel vestido de novia para que ella también pudiera usarlo en el día más feliz de su vida. Soñó con la boda, el novio, la fiesta, el lugar, la comida, soñó toda su existencia con que todo sería perfecto, ultimando detalles, recorriendo en los pasillos de su mente cada fragmento, soñó tanto que se le terminó la vida y tuvo que seguir soñando con su vestido puesto en la sepultura.
Cuando nace una leyenda
Iba cojeando mientras trapeaba los pisos de la morgue de Corpus Christi en el Estado de Texas, se rumoraba que había visita de una persona famosa, a sus sesenta años ya había visto de todo, pero nunca imaginó lo que sus ojos iban a presenciar. Ahí en la plancha estaba su artista favorita, pálida, lívida, inerte, fría, y con la mirada vacía; el patólogo forense había terminado la autopsia y se fue, la anciana se acercó para leer el manifiesto preliminar que decía: sexo femenino; edad: veintitrés años; hora de muerte: una de la tarde con cinco minutos del treinta y uno de marzo de mil novecientos noventa y cinco; lesiones: herida de bala calibre treinta y ocho que ingreso por la escápula derecha y salió por la cavidad torácica frontal arriba de la mama derecha; causa de muerte: la bala cortó la arteria subclavia derecha provocando hemorragia masiva.
Ella entendió que se ahogó en su propia sangre, miró una vez más para comprobar el nombre de la occisa: Selena Quintanilla. Elevó una plegaria por su eterno descanso y se llevó el consuelo que había muerto la mujer pero había nacido una leyenda.
Apocalipsis zombi
La madrugada del cuatro de abril del año dos mil trece los agentes Fred y Antoni patrullaban los cabos de Miami Florida, la radio alertó de posible robo en un callejón de la avenida Grimm. En la oscuridad una criatura gruñía, sus linternas alumbraron algo que los dejaría estupefactos, un ser humano o lo que quedaba de él, desnudo, sucio y cubierto de sangre, sus ojos en blanco, temblaba y mordía algo en el suelo. El susto de la primera impresión hizo retroceder a los hombres de la ley pero su deber era detenerlo, un segundo vistazo reflejo que la criatura se estaba alimentando del cadáver de un hombre, le mandaron el comando de «Alto está bajo arresto» que de nada servían el ente lleno de maldad; se lanzó sobre los agentes para asesinarlos, se escucharon doce detonaciones y aquel zombi ya no se movió más.
Consultaron al patólogo sobre qué era esa cosa que los atacó y según sus huellas era un taxista. En su sangre encontraron una droga que llamaron FLKK que destruye el sistema nervioso de quien la consume, solo quedan los instintos básicos, fue el primer caso pero no sería el último.
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Maribel Castillo (Ciudad Barrios, 1994). Miembro del Taller Literario Zarza y Taller Literario Apenas la Voz. Licenciada en Letras de la Universidad de El Salvador. Poeta y cuentista. Sus primeros escritos fueron publicados en la revista Laberinto. Le es otorgada la mención honorífica de cuento en el V Certamen Literario de mujeres “La flauta de los Pétalos” (noviembre de 2016). Aparece en la antología “Máquinas breves y otras perversiones minificción” (Estro ediciones, El Salvador, 2021.)
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