
Leyla Patricia Quintana Marxcelli
Viaje por El Salvador
Saliste del vientre de Santa Ana
prima de San Vicente y mujer de San Miguel
caminaste vestida de Cuscatlán
arrastrando un Usulután en la piel
y charqueando un infiel San Salvador
Chalatenango te detiene con sus bellos senos
cuando Morazán te hizo seguir con su fusil
desprendiéndote del pezón endurecido
de Chalate en un charquear los ojos
Cayendo en las faldas de Ahuachapán
donde bebiste el sombrero de Sonsonate
ese que te embriagó de calor y sombra.
La Unión de tu pueblo hizo que tu
Cabañas de La Libertad a La Paz.
Deudas
Vos le debés mucho a la vida
para irte así porque sí,
tenés una maleta llena de deudas.
Le debés la única infancia que te encarcelaron
la que encasquillaste a un paraje del invierno
también el mar que se negó a arrullar tu niñez.
Le debés los hijos que vertiste en mi vientre
y que nunca pudieron germinar.
Aquel cheje que pintaba el cielo de acuarelas.
Toda una ráfaga de besos que no sembraste,
las cucharas de veranos que regalaste,
el ardiente paseo en que nos estrellamos.
Debés muchísimo más de lo que tenés
bajo esa camuflada sepultura.
Curriculum vitae
Mi tarjeta de presentación es la lucha
mi título: El sacrificio que goteamos en cada canto.
No procuro un cartón que dibuje fielmente
y en letras de sacrilegio
un puñado de avaricias desgreñando mi nombre
ni tampoco espero un retablo
en la pared de la hipocresía
donde una simple y forzada sonrisa pinte
mi humillante rostro.
Lo que quiero es anunciar mi fatiga
que por la vida espera sacar a flote
la aguerrida bandera que encierra a la esperanza
y si no puedo librar mi indignación de la serpiente
trenzaré valores y anidaré tempestades
para que en ellas muera.
Publicados anteriormente en:
La poesía de Amada Libertad (lapoesiadeamadalibertad.blogspot.com)
Lilian Jiménez
Poema a El Salvador
Sangre de El Salvador hay en mis venas
nacida, fruto cálido, del pueblo
como parte de un río que se vierte
en el inmenso mar americano.
Tierra querida, Cuscatlán antiguo,
trayectoria de mitos y de símbolos,
azules espirales de la Historia
de una tribu pipil que buscó ansiosa
su libertad y su destino.
Renace de la muerte
el indio altivo,
Atlacatl soberano con tatuaje de piedra
hallando eternidad en cada hijo
que ha recogido
su legado de siglos.
Resuena en la gran boca del Izalco
el encendido signo
que se cuajó en estrella
desovillando luces de esperanza,
y un hálito de flechas y espadas
anuncia al hombre la pujante fuerza
de mi pueblo viril que hoy se encamina
a la visión perenne del futuro.
Y yo te amaba
1
Y yo te amaba
antes que el rocío
cayera como lágrima en la tierra,
antes de que los campos
se inundaran de luz en la mañana,
antes que la materia
sacudiera el silencio
al revelar su signo.
Y yo te amaba desde siempre
y te buscaba en la espiral del tiempo:
en cada edad y en cada círculo
del porvenir incierto,
a través de la lluvia y de los mares,
a través de la sombra y del abismo,
a través de mi grito y de mi sueño.
2
En las calladas noches
esperaba tu barco
para que anclara un día
sobre mi corazón de fuego.
Y vencedor llegaste, desatado,
a mi sedienta isla
con esa magia que te ha dado el tacto.
¡Oh, sitiador violento
de todos mis caminos!
Y vencedor llegaste, perforante,
a turbar el silencio
de mi febril espera.
Y a mí viniste,
vertiginoso río,
sobre mis valles y montañas
a destrenzar los vientos
y a despertar los pájaros del sueño.
Y a mí viniste
con resplandor de estrella
hombre de musgo y de metal oscuro,
pleno de gozo,
para abonar en fiesta
el vaso taciturno de mi cuerpo.
3
Una pirámide, un templo
alzóse con tu imagen.
Fundiste entre mis aguas
tu rostro de granito.
Ahora la esperanza
como sedosa hiedra
ha subido segura por mis huesos.
Hay un incendio
de amor sobre mi pecho:
crecen las llamas de mi propia brasa.
Agitaste pasiones
sobre el tendido valle de mi cuerpo:
vivió el calor, la luz;
el vino de mi sangre derramóse
en ondulante río,
crecieron las rosas del silencio
y un vendaval de ruiseñores
cantó la Primavera.
4
Por tu cuerpo de miel
sonríe un mundo musical,
de extraña aurora:
entretejidos sueños para el hombre
que vuelca su esperanza
en colectivos rostros.
Acaso en uno de tus puertos
quedóse un jeroglífico
quizás indescifrable…
Hay un cristal azul sobre tu pecho
que refleja otra patria y otro siglo,
un vuelo de palomas por tus manos
y un olor a limón en tus colinas.
Eres la tierra,
el rumor intacto,
el agua transparente y la poesía.
5
Quisiera estar contigo
temblante cada noche
—gacela herida a tu costado—
donde siempre el silencio
tendiera ya sus alas.
En la callada pieza,
en donde queda el aire detenido
en cada cosa,
y se duermen los ecos y los ruidos;
cuando el gemir yacente no te puebla
y se quedan tus labios apagados
—amortajadas rosas del silencio—
tus poros brotan un sudor tranquilo
que va cayendo de tu piel oscura
como rocío de la noche inmensa:
quedando florecido
el trébol soledoso de mi cuerpo.
6
Hoy pudiste conducir
tu deseo hacia mis muros,
sumergirte gozoso
en los ocultos mares de mi gracia,
hombre de sed, de húmedo tacto,
descubridor de mis sentidos,
buceador en las aguas
de mis ríos lentos.
Tuyo es mi barro
con su antigua leyenda
de palpitantes sueños
y tuyo mi destino
de sinuosos cauces.
7
No me dejes a solas
con el roto silencio
y con la inocencia perdida.
No me dejes a solas
como temblante estatua
en luminoso fuego.
No me dejes en sonorosa
marea amurallada
en este laberinto de la vida.
Deja que mis ojos se sequen
de mirarte siempre
y mis palabras giren
llenas de júbilo
para buscar el viento.
Publicado anteriormente en:
Liliam Jiménez: “Y yo te amaba” (poesía) – La Zebra
Lil Milagro Ramírez
Sembraremos
Sembraremos
a golpes si es preciso,
araremos la tierra siempre fértil
y en el profundo surco abierto,
lanzaremos semillas,
sembraremos
Lucharemos
hasta que el hombre se ilumine de sonrisas,
hasta que sea su destino
el esperado encuentro con la paz,
lucharemos
hasta que el hombre nazca,
y,
entonces
construiremos
para que el hombre viva,
para que el hombre dé a sus hijos
toda la herencia de la tierra…
desde lo más profundo
vendrá la arcilla
y construiremos.
Despertar
Yo era mansa y pacífica
era una flor,
pero la mansedumbre no es un muro
que cubre la miseria.
y vi las injusticias
y ante los ojos asombrados,
estallaron las huelgas y las rebeldías
del hombre proletario.
y en vez de absurdas lástimas,
de hipocresías compasivas,
brotó mi indignación
y me sentí fraternalmente unida
a mis hermanos,
y toda huelga me dolía,
y cada grito me golpeaba
no solo en la cabeza o los oídos
sino en el corazón.
cayó mi blanca mansedumbre,
muerta a los pies del hambre,
me desnudé llorando de sus velas
y un nuevo traje me ciñó las carnes.
primavera de lucha son ahora
mis brazos,
mi enrojecida sangre es de protesta,
mi cuerpo es verde olivo
y un incendiario fuego me consume
...y sin embargo,
sigo siendo como antes,
amante de la paz
quiero luchar por ella
desesperadamente,
porque desde el principio
yo soñé con la paz.
Publicado anteriormente en:
BLOG DE LA PERSISTENCIA: Poemas de Lil Milagro Ramírez (baneste.blogspot.com)
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