Niño roble | Tres poemas de Roberto Deras



Les presentamos una selección poética de Roberto Deras quien nos acompañará en el segundo Encuentro virtual de poetas «Miguel Álvarez Castro» a desarrollarse el 25 y 26 de septiembre.


Niño roble

Somos el tiempo
No antes, ni después. Siempre.

Somos el joven que cantó el himno de la tormenta durante el siglo pasado
Y también el silencio sepulcro en San Salvador.

Toda época se equivocó con nosotros
Nacimos muchísimo tiempo después,

Muchísimo tiempo antes
por eso lloramos palabras que no sabemos decir sin sangrar.

Bajo nuestras voces se quemaron los parajes.
Ya terminó la carnicería, ya vimos que la angustia se escondió bajo tierra.

Sobre nuestro abrazo de sombra todo es sueño y sangre.
Sangre, territorio y agua;
Agua, sangre y fango.
Bajo nuestra sombra yace el hedor de cada época.

Ya no abras más los ojos
No sirve preguntar cuándo, ni cómo, ni a quién.
Todo se repite
y ya lo lloramos
porque somos el tiempo
un desmesurado roble que envuelve los cuerpos que siguen aglomerados
abajo del pavimento.


Los días del abedul

Conozco el misterio de los lirios que penden de tu boca.
Lo entendí el día que despertaste y el bosque estaba sin follaje.

Ese es el enigma que guardan las grietas de esta ciudad:
las horas de frío que atormentan a las rosas plantadas en tus pies
y lo que esconde tu silencio,
todas las sombras de árboles febriles
que besaste.
Esos viajes hacia la tempestad que hunde el corazón de los abedules.

La tarde se deshace y el resplandor en el agua revela todas las paredes.
Se exhiben los rostros de tus amigos ocultos
Están en las hojas de sombra que nacen
en este bosque nebuloso que se atora en la punta de la lengua.

Conozco el misterio de tu encanto:
En tu mirada siempre es de madrugada.


Zenarruza

“Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti.”
Ángel González

Estoy al otro lado del infortunio y no pasan los años, ni los siglos.
Nada es distinto a la niebla y a la oscuridad de mi infancia.
El mundo es sólo una pequeña comisura,
una cueva que se extiende a una banca de madera.
Jamás pensé sucumbir bajo la sombra de un abedul o una ceiba.
Jamás pensé apostar mis secretos tan lejos de casa.

El misterio de Zenarruza no es el latido, ni la cantata del eco.
Es la inmortalidad del silencio
y del abrazo del árbol que custodia un mausoleo.


Roberto Deras
San Salvador, 1982.

Estudió en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y en la Universidad de Deusto. Formó parte de Fundación Metáfora. Fue miembro del «Taller Literario El Perro Muerto». Es Gran Maestre de Poesía de los Juegos Florales de El Salvador, por haber ganado en tres ocasiones el certamen con las siguientes obras: Noctilalia (2013), El camino de las cicatrices (2015) y Funeral de árboles (2017).

Ha participado en recitales a nivel nacional e internacional. Ha publicado los títulos Noctilalia (2018) y Funeral de árboles (2018); ambos por la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI) del Ministerio de Cultura de El Salvador. Además, parte de su trabajo poético ha sido publicado en diversas antologías (Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña; Las perlas de la mañana siguiente; Con 300 metros de fuerza. Poesía (muy) contemporánea de El Salvador; La poesía es un atentado celeste) y en revistas digitales (Cuadrivio, Mandrágora, entre otras).

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