Les presentamos una selección poética de Agustín Mazzini, quien nos acompañará en el segundo Encuentro virtual de poetas «Miguel Álvarez Castro» a desarrollarse el 25 y 26 de septiembre.
I
De un cielo de ceniza cuelgan los puentes que unen un día al otro
mientras la noche pasa vestida de mendigo
y en las camas del Ejército de Salvación
los vagabundos sueñan con el hada de la heroína.
Por dos soledades vuelan besos de papel de diario
y jóvenes dibujan tazas de café sobre la mejilla de sus novias.
Entre las alas mojadas del boulevard y el humo del cannabis,
pasan traficantes enamorados de mujeres árabes
que en el hiyab escondieron la luna del Mile-End.
El color de mis ojos tropieza con el estuche de los saxofonistas del metro,
los nenes hacen el día más pequeño para poder guardarlo en el buzo.
El sonido de un tren destartalado me parte en dos el alma.
Reventaría a piedrazos los vidrios del Royal Bank
porque el capitalismo y el progreso nos roban un mundo libre,
dijo un estudiante suizo mirando al Mont-Royal: ese animal blanco
que espía detrás de las escaleras por donde la tarde
baja a toda velocidad hacia las luces de St. Laurent,
en tanto las sombras duermen en los parques a la intemperie.
II
El paisaje de Rue Parthenais
dice dame la mano, se mete entre las grietas del día
y, como en una sala de interrogatorio, baja la luz
para que yo no pueda ver las palabras
que se usan para decir lo que duele.
En sus callejones relinchan caballos con alas de graffiti
que los Hell’s Angels mean en la oscuridad.
Así, camino hasta quedarme sin camino
en lugares muy cansados de ser lugares
y tirito mi sombra en el perfume azul del Darling Bar.
El tiempo pasa como estaciones de metro.
El deseo quema papeles. La memoria
es un árbol talado a mitad de la autopista.
IX
En el centro de hoy, la angustia de mañana
como un sol entra a tu cabeza para derretir
la imagen de todo lo demás.
La madrugada de Montreal es un gato
sentado en las piernas de una mujer con la nariz fría.
Luego de llamar a la puerta
se convertirá en polvo.
Oda a Nueva York
Nueva York,
quisiera ser amianto en las alas de tus ángeles oscuros,
salir como el búho del jazz de las trompetas
y los saxofones del Bronx para volar
por el vientre del Soho hasta el anochecer.
Nueva York,
son hermosos tus enamorados al saltar del puente de Brooklyn
mientras nieva en el hall de los hoteles
y los caballos de Harlem
galopan las vías del metro.
Nueva York,
en el umbral del Actors Studio pienso la ternura
de los cuerpos que se buscan en tu madrugada
y escapo de mí como de un gánster
y tiro mi rostro a la laguna de Central Park.
Nueva York,
frente a las pantallas de tu Times Square,
veo a todos tratando de esconder la herida universal
que muerde desde el hueco de todas las cosas.
Charles Manson
Qué sensual es la muerte, Sharon.
Un niño gime en tu carne ¿Sentís
a los perros que ladran en el amor?
Qué sensual es la muerte, Sharon.
Tu sangre en las paredes de la noche,
seca en mi alma como los desiertos
de los westerns de Hollywood.
Qué sensual es la muerte, Sharon.
Un tajo en tu mejilla me recuerda
la herida por la que venimos al mundo,
y el mundo como la película o la farsa
donde nadie comprende por qué
la muerte es sensual, Sharon.
Agustín Mazzini
(Buenos Aires, Argentina, 1993)
Ha publicado los poemarios El ciervo blanco (sobre el artista y su oficio) -Premio Nacional Homenaje a Jorge Luis Borges de la Fundación ProArte-, El cielo no termina de quemarse -Premio Nacional “Bustriazo Ortiz” Para Jóvenes Poetas- y Su corazón, una moneda. Fue finalista del I Premio Hispanoamericano de Poesía “Francisco Ruíz Udiel” con su libro inédito El perfume de una flor tatuada. Fue becado por el Ministerio de Cultura argentino en convenio con el Conseil des Artts et des Lettres du Québec y condujo el programa online de poesía “Puentes de papel”. Ha ofrecido conferencias, participado de festivales nacionales e internacionales y publicado ensayos y reseñas sobre literatura, filosofía y cine.
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