NELSON ALONSO | BREVE COMENTARIO SOBRE ESCLARAMONDE Y OTRAS SUPOSICIONES ÍNTIMAS DEL SIMBOLISMO LITERARIO


Foto: National Geographic Awards.

Cuando conocí a Fredy “Tato” Mejía estábamos en la premiación del Primer Certamen Estudiantil Universitario, organizado por la Universidad de El Salvador a finales del 2018, en el cual Fredy ganó el primer lugar. Fue específicamente en el Cine-teatro. Recuerdo que entablamos conversación porque los jurados habían alterado ciertas cosas y sugerido cambios en sus poemas. Entonces los leí y de inmediato me pregunté ¿qué carajos significa Esclaramonde? Más tarde me enteré que era referencia a Esclaramonde de Foix[1], conocida como La dama blanca; y también a Consuelo Suncín[2], quien escribió Memorias de Oppède. Cuento esto porque, en la ya mencionada premiación, tuve mi primer acercamiento al universo que Fredy asume y, también, di fe del trabajo que implicó su obra, como una muestra del profesionalismo literario que toma el “yo” poético con el lector y el mundo.

Desde el título, Esclaramonde muestra una clara tendencia especulativa que intriga mucho. Asimismo, sabiendo que la «lengua literaria» no es una entidad definible de modo estable […] por cuanto hechos considerados no literarios por una época pueden adquirir con el tiempo esa dimensión (Yvancos, 1989), la búsqueda de un lenguaje estéticamente bello en Esclaramonde permite vislumbrar un tono, a mi ver, de carácter simbolista.

Lo anterior es un tanto arriesgado. Sin embargo, antes de continuar debo mencionar dos puntos importantes sobre el simbolismo: en primer lugar, la alegoría (que aboga por la representación estática) es una especie de enigma cuya solución es obvia; y el símbolo (o representación dinámica) solo puede ser interpretado, pero no resuelto. Con eso en mente, el simbolismo es el arte del símbolo, entendido como lo que implica la evitación deliberada de la nomicación directa y la expresión indirecta de un significado, que es imposible describir directamente, que es esencialmente indefinible e inagotable. (Hauser, 1998)

Con base en lo anterior, y al decir que los poemas de Fredy tienen características simbolistas, afirmo que el símbolo estandarte en Esclaramonde se nomina bajo un concepto tan marcado que repercute hasta en los guiños menos directos del autor y que puede ser Esclaramonde misma o quizá otra cosa. Ahora bien, el símbolo con mayor preponderancia en los poemas, a primera vista, es Esclaramonde. No obstante, analizando mejor la situación, encontramos que el elemento de «la torre» predomina, puesto que representa el espacio geográfico principal en los poemas y, en consecuencia, funciona como punto de atención que delimita el dialogo del contenido con la realidad.

La torre de Esclaramonde no es igual a la promulgada por los Modernistas del siglo pasado. Primeramente, no es de marfil sino, en palabras del autor, de piedra rústica. (Mejía, 2020) La realidad empírica que nos presenta Esclaramonde es sólo una imagen de un mundo de ideas, retomando, eso sí, una visión puramente platónica del discurso. Lo antedicho puede sonar a trivialidad, pero ese enunciado enmarca un gran universo discursivo que puede remitirnos, por ejemplo, a Ancho mar de los sargazos[3] y, al mismo tiempo, llevarnos a la Thornfield Hall de Jane Eyre[4], cuyo relato de cautiverio (y las consecuencias del encierro en una torre) son el principal foco de atención discursiva[5].

Por otro lado, la torre que nos muestra Fredy no es un espacio donde las personas están separadas del mundo felizmente, tampoco supone un entorno de búsqueda intelectual desconectado de lo cotidiano. No es un arquetipo de redención del arte sino una búsqueda completa del mismo. Ante esto, los temas que integran Esclaramonde son: la muerte, el onirismo, la sexualidad, la soledad, el tiempo y el abandono. Y a partir de ellos se desglosan los demás tópicos: la sensualidad, la culpa, la resignación, la redención del cuerpo, la tristeza, etc., como elementos constitutivos de la torre.

Fredy nos dice: «Miro el espejo oscuro sobre mis manos vacías y puedo sentir cómo la torre empieza a caer» (Mejía, 2020) mientras, al mismo tiempo, caemos en cuanta que tanto Esclaramonde como la torre pueden remitirnos a gran diversidad de contenidos, pero también a cierta innovación del discurso: hay una recreación a partir del lenguaje literario de los conceptos, en donde la predominancia de Esclaramonde y la torre no pueden desligarse una de la otra.

Arnold Hauser (1998) presenta algunas características del simbolismo literario clásico. Con base en ellas, y mirando atentamente, notaremos en Esclaramonde:

1.      Efectos ópticos y acústicos como la sinestesia.

 

«Sobre mí, la completa voz del olvido me ve morir».

(Mejía, 2020)

 

2.      Mezcla y combinación de los distintos datos de los sentidos.

 

«Sangro tus llantos y me brota el sueño de tu temor sagrado, me pregunto qué hago sosteniendo tu vientre entre mis manos ensangrentadas».

(Mejía, 2020)

 

3.      Acción recíproca entre las varias formas del arte.

 

«Nací del canto de una montaña extinta, pero no logré volar sobre la guerra del hombre».

(Mejía, 2020)

 

4.      Aproximación irracionalista y espiritualista, contrapuesta al impresionismo naturalista y materialista.

 

«La luz, como un ángel que ha envejecido, cae sobre mis párpados, es una ola que rompe decidida a mostrarme el halo de tu canto que no está».

 (Mejía, 2020)

 

5.      Redescubrimiento de la metáfora como célula germinal de la poesía.

 

«Me sumerjo en el pubis de un mar que duerme».

 (Mejía, 2020)

 

6.      Rechazo del emocionalismo y convencionalismo romántico.

 

«Yo encontré tus quince brotes de hierba mientras escarbaba un castillo al revés, mientras descubría un sepulcro arañando tus labios. No lo sé Esclaramonde, pero merezco tu odio».

(Mejía, 2020)

 

7.      Reacción contra la poesía anterior (espiritual, no conceptual del lenguaje).

 

«Cambio de risa cada que un gusano florece en papel, cada que el globular de esperma languidece y sospecho de tu risa que flota frente al sol».

(Mejía, 2020)

8.      Los símbolos mismos:

 

«Esclaramonde, es como si alguien gritara entre las grietas de esta torre».

(Mejía, 2020)

 

Lo anteriormente dicho, para ir finalizando, me hace suponer que en Esclaramonde se intentó encontrar lo que Charles Baudelaire llamó la teoría de las «correspondencias»: las secretas afinidades entre el mundo sensible y el mundo espiritual. También que la obra no es simbolista como tal, pero que maneja un estilo que responde a las intenciones del lenguaje literario, en una completa distribución de los símbolos sobre los que gira la obra. Fredy me remite al poeta Alfredo Espino (no por las formas en cómo trata las temáticas sino por cómo materializa el lenguaje) y lleva a preguntarme ¿qué aportes trae consigo Esclaramonde para la sociedad? ¿podríamos estar ante las puertas de un neosimbolismo? ¿cuál es el contraste que tiene Esclaramonde con otros productos culturales? Y, no menos importante, ¿se aleja de las problemáticas sociales de actualidad o convive con ellas y las critica?

Dejo estas preguntas para que las personas interesadas ahonden y hagan crecer la bibliografía crítica sobre la literatura salvadoreña contemporánea, también para que le den una oportunidad al libro. Por último, advierto que algunos podrían hablar de cacofonías o sobre la disposición de los signos de puntuación como un problema leve del poemario. Sin embargo, lejos de eso me parece una gran propuesta literaria, ya que juega con lo sensitivo (como lo hizo en su momento Joaquín Pasos) de manera consciente y eficaz. Pero bueno, sin más que decir, me despido con mi verso favorito del poemario y esperado que hayan llegado hasta acá:

No lo sé Esclaramonde, pero merezco tu odio.

 

Nelson Alonso, 2020

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Nelson Alonso (El Salvador): 11 de agosto de 1997. Estudia Licenciatura en Letras en la Universidad de El Salvador (UES). Escribe cuento y poesía. Sus poemas han aparecido en diversos espacios físicos y virtuales. Está a cargo del proyecto de difusión poética Una verdad sin alfabeto

 

REFERENCIAS

 

Hauser, A. (1998). Historia social de la literatura y el arte. Madrid: Debate.

Mejía, F. T. (2020). Esclaramonde. Quetzaltenando: Sion Editorial.

Yvancos, J. M. (1989). Teoría del lenguaje literario (Segunda Edición). Madrid: Ediciones Cátedra.



[1] Fue una noble occitana de la dinastía feudal del condado de Foix y una de las máximas figuras de la iglesia cátara durante los siglos XII y XIII en el Midi francés (en el sur de la Francia contemporánea).

[2] Intelectual salvadoreña recordada por muchos, injustamente a mi ver, como la inspiración para la rosa en El principito.

[3] Escrita por Jean Rhys.

[4] Escrita por Charlotte Brontë.

[5] Basta recordar el concepto “La loca del ático”.

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