Ilustración: James Rosenquist.
PARÍS PODRIA SER UN BUEN SITIO PARA MORIR
Antes de la muerte
quiero tomar una copa de vino como último
deseo
rodeado entre sollozos canciones viejas
con setenta y cinco años lúcido.
No debo imaginar la muerte
a las puertas de una noche sin estrellas
en un vecindario desconocido
sé, la final morada será una tumba solitaria
sin cruz o flores.
Algunos piensan su destino es morir
en la esquina opuesta de una cervecería
en un choque de madrugada
o por el beso fulminante de la amante
en su regreso.
No es mi caso.
ARDE TODO ALREDEDOR DEL SILENCIO
bajo cero la memoria no es más que cenizas
arrasa el viento: cruel
indomable en espera del fuego
miseria la luz en las estrellas
extraño la ventana con el reflejo de la luna
tiemblo un poco y no quiero fumar
al pasar la noche los perros recuerdan
soy aliado de la muerte.
EN ESTE PAÍS TENGO EDAD PARA MERECER
LA MUERTE
A nadie le importa si me suicido.
Me emborracho cualquier día.
Escucho canciones que nunca serán
de mi generación.
Otra vez seré padre
no huiré.
Creo amar es hermoso.
Nunca descarto matar
PÁJAROS REGRESA AL LUGAR DEL TRINO
lejos del espanto cerca del espejo
la sangre en el río pasa una sola vez
el viento atraviesa la luz primera
la yugular un ojo representa al amor
un duende dilata la espera
quiebra el silencio contra las hojas
lo desmitifica todo es cíclico el sortilegio
la muerte.
REGRESA AL UMBRAL DESPOJADO
cauto embarca dudas
asume dócil la ráfaga certera
inagotable tornado bestia risueña
asesina
Juntar las manos
Invocar la muerte sólo la ahuyenta
Duele
Tener un país
destruido en el pecho.
Carlos Godoy.
Colaborador del Festival Internacional de Poesía “Amada Libertad”. Y de algunos espacios culturales en su natal Quezaltepeque. Coordina “Jornadas Poéticas” para la Secretaría de Arte y Cultura de la Universidad de El Salvador.
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