BRINDIS | POEMA DE LUIS FLORES CRUZ.

Ilustración: Denny Romero


I

 

Pálidas vidas,

pálidos vientos,

pálidos muertos

caminantes pálidos

entre los pálidos vivientes.

 

Parados en el faro ciego y enano

vemos desde las ventanas que solo ven hacia adentro

las inconexas estampas que se hieren entre ellas.

Desde nuestra visión de plásticos halcones galácticos

miramos las realidades individuales

explotando una tras otra:

Pluc, plac, pluc.

 

Burbujas afelpadas que han de reventar

anegando nuestros ojos con vísceras bobinas.

 

A lo lejos,

en donde el horizonte sepulta los orgasmos inconclusos,

suena la música detrás de las puertas estrelladas

en nuestros tabiques cocainómanos.

Música que nos arrebata y nos viola

para que logremos ver

a esos ángeles anfibios

masturbándose frente a las sirenas sin mar.

Para que logremos ver

a los perros de ojos tristes

que mastican los huesos de nuestros poetas muertos

reventados contra las oscuras piedras del incierto.

Perros de labios amantes

que nos lamen las lágrimas

y devoran los caballos que se pudren

sobre nuestros corazones.

 

II

 

Nosotros, los eternos defraudados.

 

Les advertí que no estamos hechos de futuro.

Que no éramos las respuestas del mañana, les dije.

 

Nosotros que vemos impasibles

como azotan a los arcángeles,

como azotan a los elefantes budistas,

como azotan a los tiburones neptunianos,

mientras esperamos respetuosos

la quinta resurrección de Gokú

y la Segunda Venida de Selena y Salarrué.

 

Generación desnutrida,

raza de víboras en la mira de los relámpagos divinos.

Bellos monstruos cobrizos

con los dientes aferrados al acero

de las olas metálicas con nombres femeninos.

Generación de alegres desahuciados

acomodados en las salas de espera

Mientras se asoma el amor de sus vidas.

 

Nosotros, los pacientes que añoramos

ojos limpios,

manos fuertes

y el pecho rajado

para alojar a las esperanzas fumigadas

que deambulan en las noches

en que la luna se desangra

y arroja su hemorragia

en nuestras bocas enamoradas.

 

Nosotros, los hijos de este tiempo,

los casi sobrevivientes del apetito caníbal del padre

que nos vomita encima  a nuestros hermanos devorados.

 

Nosotros, los desterrados hijos de Eva,

de Sara, de María, de Elizabeth Báthory,

de Catalina, de la Malinche, de Manuela Sáenz,

de Virginia Clemm, de Greta Garbo, de Marilyn Monroe,

de Carmen Brannon, de la Tierra

que nos solicita aventurarnos en la ruta de Caín

para buscar el retorno a la gran vagina terrenal

y hacer poesía desde nuestros huesos,

cavernas innobles de esas tiernas larvas

que nos darán nuestra caricia final.

 

Nosotros, los que mordimos piernas y brazos

en la cruenta batalla por acaparar los dulces podridos

cagados por las piñatas de nuestro sexto cumpleaños.

 

Nosotros, los que disparamos versos calibre 22

para decepcionarlos a todos -a todos he dicho-

para darle oportunidad a la inmortalidad

de tragarse a unos cuantos

y dejarnos tranquilos mientras se la mamamos al olvido

para que nos deje diluidos en los cerebros atrofiados.

 

Nosotros, los temblorosos malabaristas

al borde arenisco del suicidio y del parto,

a expensas siempre de esta verdad depravada vestida de vida

que  chupa los jugos sexuales a los cadáveres

que ha coleccionado.

 

Nosotros, los que habitamos en este accidente geográfico

tan absurdo que casi nos creemos la broma de que es de verdad.

 

Habitantes de este país mestizo de hombres mestizos,

de perros mestizos, de lenguas mestizas, de artes mestizos,

de emociones mestizas, 

de odios, de indecencias,

de violencia, de amores, 

de amantes y miedos,

 de historia y contradicciones,

de mestizos racistas,

de mestizos sin tierra,

sin gloria,

si memorias

ni fantasmas.

 

III

 

Y yo con la calavera de mi padre

exaltada hacia el cielo

mientras practico mi inglés

con la tarea del verbo to be.

Con la moral de mi padre

mientras lavo los platos

manchados con sangre humana.

Con el ardiente carácter de mi padre mientras

se me llena el alma de dudas.

Si emprender hackea el cielo o el infierno,

Si Coca Cola o Pepsi,

Si la virtud o la voluptuosidad,

Si ir de la mano de Virgilio o de Batman,

Si beso o tortazo,

Si perdono u olvido,

Si liberar al genio o condenar a Aladín,

Si bromazepam o rivotril,

Si creer en la gloria de la mentira  

o si divisar las fieras fauces de la verdad,

Si creer o hacer,

Si Baal o Jehová,

Si sollozar en cada fracaso o quemarme en las cenizas,

Si llorar a mis muertos o acompañarlos,

Si rendirme ante lo falso o volverlo real…

 

IV

 

Les alzo este cáliz de aguardiente agria

para brindar con asco

 

por todas aquellas muchachas católicas

que nos enamoraron con su virtud de mentiritas,

por habitar en sus sueños húmedos,

tan húmedos como el Atlántico,

por estas vírgenes sociales

que nos ayudaron a estrenar penes y vaginas.

Por los penes y vaginas sin estrenar.

Por la salud sexual del Papa.

Por los genios sin lámparas.

Por los magos sin magia.

Por los hijos de la guerra.

Por los hijos de la paz.

Por tantos hijosdeputas

que queremos regresar al útero

y quedarnos ahí.

Por la edad en que se puede morir.

Por los que no aprendimos a amar.

Por los que amamos en exceso.

Por los que nos mentimos y

nos creímos nuestras mentiras.

Por los locos que buscamos la iluminación

entre la cordura y el smog.

Por los poetas de nombres místicos y versos pop.

Por lo poetas amurallados tras sus paredes de terciopelo.

Por los poetas que se autopublicitan.

Por los poetas dulcemente envenenados de dolor.

Por lo poetas enamorados de la tristeza.

Por los poetas que van alegres al abandono.

Por los que no son poetas.

Por las manos de los policías que nos tocan

con sádico amor.

Por los viajeros que no regresan siendo los mismos.

 

Por todos ellos te rogamos, Señor,

para que los dejes en paz.


***

Luis Flores Cruz  (1989) Jocoro, Morazán. Estudió la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad José Simeón Cañas (UCA). Participó en cursos de literatura y poesía con los maestros Roberto Laínez y Claudia Hernández.

Es ganador los Juegos Florales de San Miguel en la rama de cuento (2017).

 


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