I
Pálidas vidas,
pálidos vientos,
pálidos muertos
caminantes pálidos
entre los pálidos vivientes.
Parados en el faro ciego y enano
vemos desde las ventanas que solo ven hacia adentro
las inconexas estampas que se hieren entre ellas.
Desde nuestra visión de plásticos halcones galácticos
miramos las realidades individuales
explotando una tras otra:
Pluc, plac, pluc.
Burbujas afelpadas que han de reventar
anegando nuestros ojos con vísceras bobinas.
A lo lejos,
en donde el horizonte sepulta los orgasmos inconclusos,
suena la música detrás de las puertas estrelladas
en nuestros tabiques cocainómanos.
Música que nos arrebata y nos viola
para que logremos ver
a esos ángeles anfibios
masturbándose frente a las sirenas sin mar.
Para que logremos ver
a los perros de ojos tristes
que mastican los huesos de nuestros poetas muertos
reventados contra las oscuras piedras del incierto.
Perros de labios amantes
que nos lamen las lágrimas
y devoran los caballos que se pudren
sobre nuestros corazones.
II
Nosotros, los eternos defraudados.
Les advertí que no estamos hechos de futuro.
Que no éramos las respuestas del mañana, les dije.
Nosotros que vemos impasibles
como azotan a los arcángeles,
como azotan a los elefantes budistas,
como azotan a los tiburones neptunianos,
mientras esperamos respetuosos
la quinta resurrección de Gokú
y la Segunda Venida de Selena y Salarrué.
Generación desnutrida,
raza de víboras en la mira de los relámpagos divinos.
Bellos monstruos cobrizos
con los dientes aferrados al acero
de las olas metálicas con nombres femeninos.
Generación de alegres desahuciados
acomodados en las salas de espera
Mientras se asoma el amor de sus vidas.
Nosotros, los pacientes que añoramos
ojos limpios,
manos fuertes
y el pecho rajado
para alojar a las esperanzas fumigadas
que deambulan en las noches
en que la luna se desangra
y arroja su hemorragia
en nuestras bocas enamoradas.
Nosotros, los hijos de este tiempo,
los casi sobrevivientes del apetito caníbal del padre
que nos vomita encima a nuestros hermanos devorados.
Nosotros, los desterrados hijos de Eva,
de Sara, de María, de Elizabeth Báthory,
de Catalina, de la Malinche, de Manuela Sáenz,
de Virginia Clemm, de Greta Garbo, de Marilyn Monroe,
de Carmen Brannon, de la Tierra
que nos solicita aventurarnos en la ruta de Caín
para buscar el retorno a la gran vagina terrenal
y hacer poesía desde nuestros huesos,
cavernas innobles de esas tiernas larvas
que nos darán nuestra caricia final.
Nosotros, los que mordimos piernas y brazos
en la cruenta batalla por acaparar los dulces podridos
cagados por las piñatas de nuestro sexto cumpleaños.
Nosotros, los que disparamos versos calibre 22
para decepcionarlos a todos -a todos he dicho-
para darle oportunidad a la inmortalidad
de tragarse a unos cuantos
y dejarnos tranquilos mientras se la mamamos al olvido
para que nos deje diluidos en los cerebros atrofiados.
Nosotros, los temblorosos malabaristas
al borde arenisco del suicidio y del parto,
a expensas siempre de esta verdad depravada vestida de vida
que chupa los jugos sexuales a los cadáveres
que ha coleccionado.
Nosotros, los que habitamos en este accidente geográfico
tan absurdo que casi nos creemos la broma de que es de verdad.
Habitantes de este país mestizo de hombres mestizos,
de perros mestizos, de lenguas mestizas, de artes mestizos,
de emociones mestizas,
de odios, de indecencias,
de violencia, de amores,
de amantes y miedos,
de historia y contradicciones,
de mestizos racistas,
de mestizos sin tierra,
sin gloria,
si memorias
ni fantasmas.
III
Y yo con la calavera de mi padre
exaltada hacia el cielo
mientras practico mi inglés
con la tarea del verbo to be.
Con la moral de mi padre
mientras lavo los platos
manchados con sangre humana.
Con el ardiente carácter de mi padre mientras
se me llena el alma de dudas.
Si emprender hackea el cielo o el infierno,
Si Coca Cola o Pepsi,
Si la virtud o la voluptuosidad,
Si ir de la mano de Virgilio o de Batman,
Si beso o tortazo,
Si perdono u olvido,
Si liberar al genio o condenar a Aladín,
Si bromazepam o rivotril,
Si creer en la gloria de la mentira
o si divisar las fieras fauces de la verdad,
Si creer o hacer,
Si Baal o Jehová,
Si sollozar en cada fracaso o quemarme en las cenizas,
Si llorar a mis muertos o acompañarlos,
Si rendirme ante lo falso o volverlo real…
IV
Les alzo este cáliz de aguardiente agria
para brindar con asco
por todas aquellas muchachas católicas
que nos enamoraron con su virtud de mentiritas,
por habitar en sus sueños húmedos,
tan húmedos como el Atlántico,
por estas vírgenes sociales
que nos ayudaron a estrenar penes y vaginas.
Por los penes y vaginas sin estrenar.
Por la salud sexual del Papa.
Por los genios sin lámparas.
Por los magos sin magia.
Por los hijos de la guerra.
Por los hijos de la paz.
Por tantos hijosdeputas
que queremos regresar al útero
y quedarnos ahí.
Por la edad en que se puede morir.
Por los que no aprendimos a amar.
Por los que amamos en exceso.
Por los que nos mentimos y
nos creímos nuestras mentiras.
Por los locos que buscamos la iluminación
entre la cordura y el smog.
Por los poetas de nombres místicos y versos pop.
Por lo poetas amurallados tras sus paredes de terciopelo.
Por los poetas que se autopublicitan.
Por los poetas dulcemente envenenados de dolor.
Por lo poetas enamorados de la tristeza.
Por los poetas que van alegres al abandono.
Por los que no son poetas.
Por las manos de los policías que nos tocan
con sádico amor.
Por los viajeros que no regresan siendo los mismos.
Por todos ellos te rogamos, Señor,
para que los dejes en paz.
***
Luis Flores Cruz (1989) Jocoro, Morazán. Estudió la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad José Simeón Cañas (UCA). Participó en cursos de literatura y poesía con los maestros Roberto Laínez y Claudia Hernández.
Es ganador los Juegos Florales de San Miguel en la rama de cuento (2017).
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