CAPÍTULO UNO | CAMINO A GÓLGOTA DE ROGER GUZMÁN

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Pintor: Oswaldo Guayasamín

CAMINO A GÓLGOTA


I

LO PRIMERO que me vino a la cabeza fue la idea que tenía del camino a Gólgota: un sendero empedrado, muy inclinado y angosto de cuyos costados se agarraban un montón de casas en una armonía irregular, como un rompecabezas en desorden. Todo cuanto había vivido hasta ese día me parecía borroso. Siempre he tendido a interiorizarme y mi memoria, más que imágenes y eventos, guardaba sensaciones y sentimientos. Tal vez recordaba un viaje abrazado al conductor de una motocicleta, una ventana que me parecía inmensa, una muñeca de trapo, unos claveles rojos y una fotografía de mí mismo o que creía de mí mismo.
Tan pronto llegamos, vi que mi padre platicaba con un hombre que se asemejaba a él. Es decir, un hombre alto y delgado con mirada de depredador: nuestro nuevo casero a partir de ese momento. Y ambos me daban un poco de miedo. 
La apariencia de mi madre en aquellos días ahora mismo me es difusa. Obviamente era parte inseparable de mi vida pero sin una forma que la representara. Y no porque me hubiera abandonado o porque por alguna razón no estuviera conmigo, sino porque mi entrega con ella era mucho más profunda, con menos rostro y más presencia. De hecho, fue mi padre quien nunca vivió con nosotros y nos visitaba, quizás, una o dos veces al mes.
Tampoco tenía recuerdos de mi hermana ni de la panza crecida de mi madre que ese mismo día me traería otra hermana. Todo se me hizo nuevo aunque familiar, incluso ese camino de piedras que subía quién sabe adónde, pero que para mí era justo como imaginaba las calles por las que pasó Jesucristo con la cruz en la espalda: una calle en la que ya era doloroso sólo caminar sin llevar a cuestas un pesado leño, bajo un sol abrasante y siendo azotado aun cuando se había sido azotado casi hasta la muerte hacía un par de horas. 
Todo se me hizo nuevo y era natural, pues era la primera vez que dormiría en una habitación distinta a la que había dormido apenas la noche anterior; una habitación distinta a la de una antigua casa que olvidé casi por completo en el mismo instante que vi el paisaje de mi nuevo hogar. La primera noche que realmente recuerdo.

***

Roger Guzmán San Salvador, El Salvador, 1981.
Perteneció al "Taller de poesía de La Casa del Escritor" que impartió el poeta, narrador, músico y periodista Rafael Menjívar Ochoa. Fue cofundador de la Revista Crash de historietas, cofundador de la extinta Editorial Axones y Dendritas, parte del consejo editorial de la Revista Cultura del Ministerio de Cultura de El Salvador mientras la dirigió el poeta Vladimir Amaya y es cofundador de la Editorial Falena.
Obra publicada: Un sitio sin lugar (Editorial Equizzero, poesía, 2010), Me ahogo, me ahogo, me ahogo (Proyecto editorial La Chifurnia, poesía, 2015), Óxido, pena y verdugo (Zeugma Editores, poesía, 2016) y ¡Ay ay ay! ¡Uy uy uy! (Proyecto editorial La Chifurnia, poesía, 2017).


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