ARQUITECTURAS IMPOSIBLES | 5 POEMAS DE DARIELA QUINTERO


Pintor: Balthus.
Poemas y fotografía: Dariela Quinteros


ÉL ME PREGUNTA CÓMO ESTOY VESTIDA PARA DORMIR 

                                                                                                                                                                             Estoy por las orillas del teléfono
                                         Dora Guerra 

Él me pregunta cómo estoy vestida esta noche.
Quiere detalles, cifras y contraseñas, 
porque quiere verme al cerrar sus ojos,
al otro lado del cielo donde el frío propició la llamada.

A esta hora, el sueño de los que duermen 
es la distancia que recorre su voz para tocar mi cuerpo.

Su aliento de bosque llega sereno, 
con el brillo de las hojas y por eso, conocido. 

Clara llega su voz 
con manos limpias 
         a soltar las escasas prendas 
que sus dedos recorren 
                             cuando, entre sismos, 
se las ofrecen mis palabras.


                            (La novia en el herpetario, 2011)





El Museo Thyssen acoge las obras del pintor francés Balthus


QUERIDO DIARIO



Cada noche
hombres suben por las trenzas de mi cabello. 
Buscan descifrar mi aroma.

Uno a uno, 
quieren desabotonarme cada poro.
Uno a uno,
sueñan verter mi saliva en sus ojos.

Esos hombres, 
me hacen de la lluvia una minifalda 
y camino entre sus negras cicatrices; 
confunden mi nombre con el de otras mujeres
y me buscan dentro de ellas;
ahí, erigen panales de violento mármol.

Desean que bese 
la música quemada de sus pupilas,
y olfatean con sus lágrimas
restos de mi cielo cuando menstrúo. 
Ellos no saben, no,
de la dos veces máscara vacía en mi vientre.  

Estos hombres
me prometen las nubes y la mágica altura,  
mas no saben 
que les he sobrevivido siempre,
con mi esperanza de mariposa 
                                   condenada al suelo.

                            («Suplemento Cultural Tres Mil» Diario Co-latino, 2011)


Balthus, el pintor que colmó de erotismo la edad de la inocencia ...

SAN VICENTE   


Cruzo el parque de mi pueblo como dormida 
(el pueblo es un largo bostezo 
                                los domingos por la tarde).
Tan dormida cruzo el pueblo
que puedo verme caminar cruzando el parque:
ahí está la niña de trenzas, 
vestidos amarillos que la abuela Carmen remendaba.

La cicatriz del primer novio está en la esquina, 
florida, turbulenta;
también, la muñeca de los siete años: vive ebria,
eternamente herida por no haber tenido corazón.

Cruzo el parque de mi pueblo 
y es una isla cruel de hombres mutilados.
Mi parque, el pueblo;  
y en su iglesia: mi fe de espina buena.

Cruzo el parque de mi pueblo,
lo que recuerdo, lo que alcanzo a reconocer hoy
entre la niebla y sangre de una ciudad extraña.

Recuerdo la primera casa 
en donde reconocí todos los reflejos,
el olor a pan y las sílabas maternas.
Es el dulce.
El dulce atroz en la memoria, 
anidando, agitándose, 
haciéndome llorar largas, pesadas gotas de leche. 

Cruzo el parque de mi pueblo. 
Porque el pueblo me heredó 
                                  sus caderas de ríos ondulantes, 
la oscuridad de sus calles caudalosas 
                                                como ríos ondulantes;
e hija soy de su volcán: 
también llevo sus dos pechos 
                (febrero y noviembre son sus nombres).

Dormida avanzo. 
Atrás queda el parque.

El pueblo se extiende ahora
en la huella frágil de los sueños.

                            (La novia en el herpetario, 2011)

Balthus: un pintor demasiado sexual para los visitantes de museos ...


ESTE ABISMO ES LA BLANCA GARGANTA DE DIOS


La noche, 
la noche entra en mí 
para quedarse dormida.

Primer fulgor es la noche
en donde me quemo,
en donde mis ojos lloran ajenas palabras de mi boca.

Aliento de un río 
es la noche en mí y sobre mi almohada.

Al fondo de mi silencio 
la noche me mira.
  
Muy dentro de mi ojo 
la noche con su dedo de hielo me señala. 

Se hacen los años, 
y la noche es un ciempiés que recorre mis venas.

La noche entra en mí para no terminar de llorar,
para despertarme 
y decirme al oído: 
«Dariela, Dariela,
muchos hombres sueñan hoy
asesinarte».


   (de Las muchachas de la última fila. Índice general de poetas salvadoreñas 1849-1995, 2017)


La pequeña vecina del pintor de los gatos | cronica


ARQUITECTURAS IMPOSIBLES 


                                a Carmen González Huguet  


Cansada yo, mi voz cansada 
de no decir el nombre de fantasmas 
que lastiman la frente de los días.

Cansada mi voz, yo cansada 
de construir los campanarios de mis piernas abiertas
para hombres sin manos que con sus ojos se aferran a mi cintura. 

Canta el océano mi corazón tardío
en un bosque de papel periódico 
en donde yacen los nombres 
de todas aquellas muertas que me parieron.

Cae mi voz donde debió caer mi cuerpo,
por eso mi sangre se lee con los ojos cerrados.

Se rompe mi cuerpo donde debió romperse el cielo.
Por eso el infierno en mi vientre es el mar de los milagros.

Todos los hombres congregados bajo mi falda, 
y jamás comprendieron el mundo que lloraba mi vagina.

Cansada yo, cansada mi voz,
cuando el vaso de cerveza queda vacío
y los barcos se pierden en la memoria.

Mujer construida soy 
con los pedazos de otra:

la que mataron en una plaza o un callejón sucio,
la que apuñalaron entre unos árboles sin que nadie escuchara su pedido de ayuda; 
la que murió un poco más lento 
cuando la enterraron viva.

Cansada mi voz, cansada 
construye sombras de alas y desplomadas pupilas.

Alguien puede escuchar el grito de una mujer 
siendo el corazón detrás de una puerta cerrada.

Santa de unos, y puta para otros somos
todas las mujeres en la mujer que fui, 
en la mujer-universo cuyo ritmo me señaló 
para parir la muerte de los hombres.
Yo, la hermana menor y madre de las abuelas.

“Ella es el regalo” significó mi nombre, 
que también era una trampa para muchachos y viejos.
Borrarán mi paso de sus vidas, 
como las vidas borradas de otras mujeres.

Vine cansada a sus maneras toscas de amar y romper.
Cansada mi voz de no decir “mi voz cansada”, y dormir desnuda.

Mi cansancio empezó en la deformación de las quemaduras,
en el nacimiento de las bestias y su venganza cantinela.

El elegante nardo no fue mío. 

Pero vi la belleza desde los ojos 
cerrados de una niña dormida, 
desde los ojos cerrados de una muchacha 
en el ofertorio de su primer beso; 
en los ojos de esa mujer 
que decidió no cerrarlos 
cuando se los arrancaban.  

 Eso 
también fue ver la vida viéndome ver. 

Y un silencio, 
un hombre ahogado en mi lengua 
es el silencio que me dice que soy el viento.

Porque eso también fue mi vida: 
una edificación eterna,
una arquitectura imposible.  

                             (Las arquitecturas imposibles, 2020) 


Balthus: un pintor demasiado sexual para los visitantes de museos

Dariela Quinteros

Se dio a conocer por medio de la publicación de algunos de sus poemas en periódicos locales, en noviembre de 2010. La crítica y los poetas la recibieron de manera entusiasta, al celebrar y comentar su poesía como una de las manifestaciones más honestas de aquellos años entre los jóvenes. Luego, un año después publicó su primer libro de poemas titulado “La novia en el herpetario”. Pese a todo esto, su paso por la fauna literaria salvadoreña fue fugaz, pues terminó fastidiada del ámbito de los poetas. “Todo era un mundo extraño y nauseabundo. Siempre he sido sincera. Soy de provincia, y nunca me pude acostumbrar a los niveles tan altos de hipocresía del ambiente”, manifestó en su momento la poeta antes de dedicarse de lleno a sus otras dos pasiones: el periodismo y la arquitectura. Durante un tiempo laboró para periódicos importantes en El salvador. Actualmente es socia de una compañía constructora que opera en el departamento de San Vicente.     
Dariela del Carmen Quinteros Linares, nació en la ciudad de San Vicente, el 21 de diciembre de 1989. Estudió Arquitectura en la Universidad de El Salvador (UES) y Comunicación Social en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA). Publicó en periódicos y revistas centroamericanas. Tuvo tan solo un recital, celebrado en los Tacos de Paco en la presentación de su libro «La novia en el herpetario». Obtuvo premios y muy buenos comentarios a su poesía. Pero así como vino también se marchó. Sigue escribiendo y publicando, pero al margen de todo y de todos. En enero de 2020 publicó su segundo poemario titulado «Las arquitecturas imposibles», bajo el sello editorial de Zeugma Editores. 

Comentarios

  1. Los leí y los disfruté. Los releí y volví a disfrutarlos. Qué bellos poemas.

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